jueves, 29 de abril de 2010

Escribía la luna sobre un amarillento pergamino lo que daría ella por sentirse envuelta en su calor bajo una estrellada noche, iluminándolos, sólo a ellos, con pasionales destellos que irradiaban amor hasta la aparición de su fiel y más temida enemiga, el alba.

viernes, 9 de abril de 2010

Bastaban sus ojos para que ardiese mi ropa. Entrelazando cuerpos bajo unas finas sábanas de satén rojo, buscaba yo el clímax del suyo surcando con la deshuesada y mis manos hasta su último rincón jamás explorado. Dos cuerpos mojados, con fiebre de deseo, retorciéndose ardientes envueltos de una mágica aureola de gemidos. Me buscaban sus oscuros ojos esmeralda mientras se dibujaba en su boca la más pícara de las sonrisas. Desmoronándose mi ser ante tal acto, mi cuerpo únicamente era capaz de obedecer mis impulsos más primitivos mientras mi mente vagaba por un desconocido andén . Alzándose mi cuerpo hasta un octavo paraíso, flotaba yo hasta éste cogida de su cálida mano y, entretanto, habíamos dejado de existir . Él y yo; eramos sólo uno.